LA REBELIÓN DEL GUETO DE VARSOVIA: ¿IDEOLOGÍA O DESESPERACIÓN?

EL MOTIVO LOS MANTUVO VIVOS

Por: Nina Smolensky, Hanoar Hatzioni México

Finales de 1939, Varsovia.

Gueto de Varsovia, una época y una decisión con muchos dilemas que ninguno imaginó que se enfrentaría. 33% de judíos que se vieron obligados por las fuerzas alemanas a permanecer en una zona específica solo para ellos, conocida como el infame Gueto de Varsovia. Este tenía un área de 1,125 kilómetros cuadrados y un total de 400,000 judíos polacos (es decir, por cada 100 metros cuadrados se albergaban 1,306 personas).

En el Gueto, la gente vivía en muy malas condiciones, había enfermedades letales y contagiosas gracias a las bajas condiciones de higiene. Las personas se morían de hambre, los alemanes solo les dejaban comprar muy poco pan y papa y únicamente a los que tenían dinero u objetos de valor para intercambiar. Los demás se tenían que ver en la horrible situación de mendigar o robar para poder sobrevivir. Además, en épocas de mucho frío no había gasolina suficiente para todos los calentadores en los departamentos y la mayoría de la gente carecía de ropa adecuada para el invierno. Numerosas personas murieron de frío, hambre o enfermedades. Estas situaciones causaban que, lamentablemente, muchos niños queden huérfanos por los que otras familias tenían que cuidar de ellos.

Una característica de los niños del Gueto de Varsovia era que para sobrevivir se dedicaban a contrabandear trozos de pan. Se escapaban desesperadamente del gueto gateando por las pequeñas aberturas de las paredes y se ponían en la riesgosa situación de regresar con comida para sus familia y amigos. Esto era muy peligroso ya que si los alemanes nazis que cuidaban las paredes del gueto los veían, los contrabandistas eran sometidos a severos castigos.

Aquí es donde nos encontramos con el primer dilema: no era nada seguro para los niños salir del gueto a escondidas. Esto implicaba un claro riesgo a la muerte. Ante este dilema, estos niños decidieron arriesgarse para poder ayudarse y ayudar a otros.

22 de junio de 1942.

Los alemanes comienzan con la deportación de judíos del Gueto al campo de exterminio Treblinka.

En este momento llenó el Gueto una ola de desesperación e incertidumbre. Primero llevaron a los enfermos, a los más viejos y a los que no tenían casa.  265,000 personas fueron trasladadas y asesinadas. Ante la constante incertidumbre, tal vez como una manera de distraerse o tal vez como una forma de enfrentar el miedo que tenían, se comenzaron a juntar algunos jóvenes para crear un plan de Resistencia.

Uno de los grupos que se crearon, fue la ZOB, Zydowska Organizacia Bojowa (Organización Judía Combatiente). A este movimiento perteneció Simja Rotem, un judío polaco de 18 años, perteneciente a Hanoar Hatzioni. También lo llamaban Kazik, que es la abreviación de Kazimierz que significa en polaco “el que destruye el prestigio / la gloria de su oponente en la batalla”, pues cómo bien dice su nombre, nunca se rindió frente a los nazis.

Todo comenzó con pequeñas luchas de poder contra los nazis del gueto, pero las cosas fueron escalando y se fueron creando una serie de grupos motivados por los mismo ideales. Hubo sabotajes y pequeños ataques a las ordenes alemanas. Y poco a poco, los jóvenes comenzaron a darse cuenta de que si bien en un principio tal vez lo que primó fue la desesperación, con cada acción estaban teniendo otros motivos para ejercer su rebelión: el motivo de dar sentido a sus vidas, no morir en vano. Esto era lo que los incentivaba a seguir. Esto era su ideología.

Aquí nos encontramos con el segundo dilema: los jóvenes judíos dentro del Gueto sabían que si luchaban y atacaban podrían acabar peor, pero si no lo hacían, de todos modos morirían. Ante este dilema, estos jóvenes decidieron luchar.

Enero de 1943. Los alemanes se encontraron por primera vez frente a la resistencia judía.

Esta sorprendentemente salió adelante. Muchos se sabían indefensos contra los alemanes, pues no tenían la misma cantidad de armas ni de personas. Sin embargo, los jóvenes rebeldes tenían sus motivos, su inspiración y ésta era dar la vida por su pueblo. Decidir, aunque sea ellos su final en vez de que éste sea determinado por la Alemania Nazi. Estos jóvenes sabían que habrían de morir (en algun campo o asesinados en las calles de Varsovia), pero prefirieron morir con causa, a morir en vano. Eso no es desesperación, es ideología. Y esta fue la respuesta que ellos encontraron a este dilema.

Simja Rotem, expresó: “En el primer momento, cuando vi las enormes fuerzas alemanas entrar al gueto, mi primera reacción, y estoy seguro que no fue sólo la mía, fue sentir que no éramos nada. ¿Qué podíamos hacer con nuestras patéticas y casi inexistentes armas al enfrentar el tremendo poder armado alemán con cañones, tanques y una enorme infantería de cientos si no miles de soldados…? Me sentí completamente indefenso”. Sin embargo, los sentimientos de Rotem fueron seguidos por una extraordinaria sensación de inspiración espiritual. Así relató Rotem: “Ese era el momento que habíamos estado esperando para enfrentar a esa Alemania todopoderosa”. Los rebeldes tenían esta postura: “Mataríamos a tantos como pudiéramos; sabíamos que nuestro destino era completamente claro”. Los jovenes lograron matar a 16 nazis y dejaron aproximadamente 100 heridos.

Abril de 1943, vísperas de Pesaj. Comienza el levantamiento del gueto.

Los alemanes empezaron a quemar las calles del gueto, pero los judíos rebeldes se quedaron luchando varios días mas antes de ser asesinados. Simja Rotem junto con Zivia Lubekin (una de los líderes del levantamiento) lograron ayudar a escapar a alrededor de 80 personas por el desagüe del gueto hasta la zona aria. Luego de escapar, se escondieron en el bosque hasta el término de la guerra.

Después de la muerte de Simja Rotem (2018), Aliza Vitis-Shomron, la última sobreviviente del Gueto de Varsovia dijo entre lágrimas: “Es un día difícil porque esto realmente significa que se terminó. Yo soy la última que queda y no hay nadie más que pueda mantener viva la historia. Él era el último luchador. Yo seguiré hablando hasta mi último día de vida, pero nadie vive eternamente. Después de mí, ¿quién lo seguirá contando?”

Aquí nos encontramos con el tercer dilema. Un dilema que empezó aquel Leil HaSeder y que continúa hasta nuestro Pesaj. Dilema que plantea Aliza sin poner nombre, sin adjudicar cargos, pero que yo lo regreso a cada educador, a cada educadora de nuestra Tnua: “¿Te comprometes a dar una respuesta a la pregunta de Aliza?, ¿Te animas tu a seguir contando su historia?”

….

A modo de conclusión. A modo de invitación.

Como madrijim y madrijot podemos hacer que la verdad no quede oculta, que los hechos sean abiertos al mundo. Porque, a fin de cuentas, como Simja y Aliza, muchos millones fueron parte de esto y no debemos olvidarlos manteniéndonos en silencio. Por eso, mi invitación para quien lea este artículo es la siguiente: Contemos historias, testimonios, abramos las puertas y hagamos a todo el mundo experto en el tema. El pueblo judío esta vivo hoy para contar lo que fue, para evitar que esto vuelva a suceder.

La rebelión del Gueto de Varsovia, nos permite aprender como a veces las rebeliones comienzan por desesperación o por miedo, pero en el pueblo judío siempre son acompañadas por una ideología, un motivo por el cual rebelarse.

En la Shoa, ese motivo a muchos, fue lo que los mantuvo vivos.

Referencias

– Centro mundial de la conmemoración de la Shoa, Yad Vashem. La rebelión y el fin del gueto de Varsovia, recuperado de:  https://www.yadvashem.org/es/holocaust/about/combat-resistance/warsaw-ghetto.html#narrative_info En 2019.

Hershberg, A. (2018),  Simja Rotem: el ultimo rebelde sobreviviente del levantamiento del gueto de Varsovia , recuperado de: https://www.aishlatino.com/iymj/mj/Simja-Rotem-el-ultimo-rebelde-sobreviviente-del-levantamiento-del-gueto-de-Varsovia.html En 2019.

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