Moshe Glikson, de Nuestras Fuentes de Inspiración
La renovación de Shavuot como la fiesta de los “Bikurim” (primicias), la hermosa
costumbre que comenzó en la Tierra de Israel de traer los primeros frutos de la Tierra de Israel al Beit Hamikdash, agrega gracia a esta fiesta, que es una de las más hermosas y entrañables fiestas del calendario judío. A esta costumbre que se basa en los valores de una tradición antigua, hoy se le otorga un carácter natural, proveyendo a la festividad de nuevos sentidos y significados como lo son “la fiesta del verdor y la juventud”. Sin embargo, este valor renovado que ha adquirido el Jag de Shavuot será positivo, vital y enriquecerá la conexión de la próxima generación con la tradición y las fuentes de creatividad para el pensamiento y sentimiento nacional, si proporciona un valor agregado sin restar valor a las viejas tradiciones. Es decir, será positivo solo si esta festividad logra impartir en su nuevo contenido y forma, el sabor de un antiguo legado, el sabor de cien generaciones en Israel.
Shavuot no es solo y no es principalmente la Fiesta de Bikurim; es ante todo la fiesta de la entrega de nuestra Torá. Este concepto maravilloso y único con el que los judíos fueron bendecidos. El concepto de Torá, es más que una religión, un conjunto de leyes, una mentalidad y una fuente de conocimiento solamente. La Tora incluye una mezcla original y esencial de visiones del mundo, estilo de vida, cultura y tesoros de espíritu y alma nacional. La Torá es el concepto supremo que refleja la singularidad nacional del pueblo judío en el mundo y está conectado en la conciencia y el sentimiento de la nación a la fiesta de Shavuot.
Esta propiedad suprema de la nación, el estudio de la Torá es inestimable y equiparable a todo el resto de sus principios y tesoros y acuñe su carácter original, nacional y supremo a nuestra identidad como Pueblo.
Segula («¡Calla, Israel, y escucha! Ahora te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios»), encontró su expresión más concentrada en la fiesta de Shavuot. Generaciones de judíos invirtieron los tesoros de sus almas en esta fiesta, en sus oraciones, en la lectura de la Torá y la Parashá de Ma’amad Har Sinai (La Revelación en el Sinaí), e incluso en el canto de poemas litúrgicos y su melodía festiva. Por este motivo, “Zman Matan Toratenu” no puede ser convertida o reemplazada por la costumbre frívola de la ofrenda de los nuevos frutos del valle o por las celebraciones en Haifa. Hay un punto y valor en la nueva costumbre frívola, pero solo si pretende heredar la valiosa y significativa propiedad de las generaciones: el momento de la entrega de nuestra Torá.
(Haaretz, noche de Shavuot, 5694)