Por: Romi Morales
Todos llegamos a este comienzo de año deseando que sea un buen año. Hemos aprendido que muchas veces, hay cosas que no dependen de nosotros, las cosas cambian abruptamente, la vida nos sorprende una y otra vez. Es cierto que no todo podemos controlar, pero hay por lo menos tres cosas que sí: nuestro pensamiento, nuestras palabras y nuestras acciones. En este artículo veremos cómo, a través de estos tres elementos, podemos construir un año bueno y dulce para nosotros mismo y para quienes nos rodean.
Majshava Tova – Buen pensar.
El primer paso para empezar a crear un buen año es invertir muchos esfuerzos en habituarnos a tener un buen pensar. Con un buen pensar nos referimos a un conjunto de prácticas que nos ayudan a vernos a nosotros mismo, a quienes nos rodean y al mundo en general de manera más positiva. Si bien esto puede sonar sencillo, lo cierto es que pensar en positivo no es tan fácil y mucho menos en tiempos de crisis e incertidumbre.
Por este motivo, idealmente nos podemos ayudar de algunos valores que actúen de cimientos y sostengan este modo de pensar. Algunos ejemplos del ADN Tnuati de Hanoar Hatzioni podrían ser curiosidad intelectual, aprendizaje, derecho a la du da, pensamiento crítico e independiente, entre otros. Cuando pongo estos valores al servicio de mi pensamiento, entonces cualquier situación que surja en mi camino, la puedo ver a través de un prisma saludable y optimista, puesto que los problemas ya no serían vistos como tal, sino como desafíos ante los cuales nos aproximamos desde la curiosidad y ya no desde el miedo. Si nos acercamos a los desafíos que nos presenta la vida con curiosidad, entonces nos permitimos aprender y por ende también equivocarnos y mejorar. Ver la vida a través del pensamiento curioso, creativo nos impulsa a dudar, a ser críticos y eso nos lleva a reflexionar si lo que se ha hecho hasta ahora es lo mejor, lo más efectivo, lo más eficiente o si podemos hacer las cosas diferentes, llegando así a más y mejores resultados, o incluso a resultados distintos pero que nos llenen aún mas de sentido.
Mila Tova – Buena Palabra.
Creo fervientemente en la frase que dice que “Nuestro discurso crea realidad”. Hay muchos mitos, alegorías, leyendas y teorías que muestran el impacto profundo que tiene en los seres humanos el modo en el que se hablan a sí mismos y a otras personas. Para quienes tenemos la fortuna de educar, sabido es que la palabra es una de las herramientas más poderosas con las que contamos. A través de ella no solo acercamos nuestra forma de ver al mundo a nuestros janijim y janijot, sino que, más importante aún, creamos millones de llaves que abren un sinfín de puertas a posibles caminos de crecimiento personal para cada una de las personas que son parte de nuestra Tnua.
Ahora bien, para que estas puertas sean saludables y felices, las palabras también tienen que estar respaldadas por valores éticos y morales que garanticen el buen uso del discurso. En este sentido, si tuviese que elegir uno de los valores de Hanoar Hatzioni que está estrechamente vinculado con la buena palabra, elegiría sin duda el valor de la paz. Creo que cuando usamos nuestras palabras para reconciliar, más que para pelear; para sanar más que para herir; para preguntar más que para aleccionar; para acercar más que para separar; para resaltar las cosas positivas más que las negativas; para dar un feedback positivo más que una crítica destructiva, contribuimos de a poco a la construcción de una sociedad mucho más pacífica. La paz no es un evento que sucede de un minuto al otro. No es un papel que firmamos. Es un proceso que creamos junto, lo sostenemos en el tiempo y lo mejoramos día a día, muchas veces también y/o hasta principalmente con el discurso.
Maasim Tovim – Buenas acciones.
Y, aun así, “del dicho al hecho hay un largo trecho”.
Es verdad que es muy importante un buen pensamiento y más aún si va acompañado de una buena palabra. Pero si hay algo que nos ha enseñado la Tnua es que de nada sirve pensar o decir algo si esto no está respaldado por las acciones. Como educadores sabemos incluso que, muchas veces, nuestros janijim y janijot, pares y otras personas que nos observan, aprenderán mucho mas de nuestros actos que de nuestra palabra. Esa es la fuerza del ejemplo personal, para bien y para mal. Por este motivo, una vez que entendemos esto, es muy importante ser conscientes de nuestras acciones y de guardar el mayor margen de coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Esta coherencia no solo nos mantendrá a nosotros mismos en armonía, en equilibrio y auténticos, sino que nos permitirá actuar con fluidez en el mundo.
Así y todo, está claro que hay acciones felices para uno, pero no para el resto; hay acciones felices para el resto, pero no para uno, hay acciones que no son felices para nadie y acciones felices para todos. Muchas veces es muy difícil decidir qué acciones tomar en situaciones complejas y dilemáticas, donde hay choque de intereses, necesidades, expectativas y demás. Por eso creo yo que tal vez algunos valores pueden ser una suerte de brújula que nos orienta un poco más a aquella decisión que buscamos. En mi humilde opinión, siento que cuando nuestras acciones están basadas en valores como la Santidad de la vida, el Respeto al hombre, la Solidaridad, el Apoyo mutuo, la Responsabilidad, la Integridad, la Ética, la Benevolencia y el Compañerismo, las chances de tomar decisiones erradas son menores y si aún así nos equivocamos, claro que es importante tener la humildad y grandeza de reconocer nuestros errores, pedir perdón e intentar mejorar a futuro.
A modo de conclusión
Siempre decimos que la Tnua es una escuela para la vida. A veces creo que somos mucho más que eso. Creo que somos la plataforma que nos permite vivir la vida misma y aprender ahora aquellas habilidades, destrezas, teorías y prácticas que necesitamos en este momento, para crecer como las personas que ya somos, sin espera ni postergación a usos a futuro.
Creo que la Tnua desde su surgimiento y hasta ahora ha venido cumpliendo un rol fundamental en el desarrollo personal tanto en la niñez como en la adolescencia de centenas de miles de personas a lo largo y ancho del mundo, puesto que se ha ocupado de dar herramientas que casi ningún otro ente educativo a otorgado efectivamente hasta ahora. En este articulo vimos solo tres ejemplos, pero la verdad es que hay cientos de ejemplos más.
Mi deseo para este año que comienza es que nuestros javerim y javerot de la Tnua donde sea que se encuentren logren desarrollar un “buen pensamiento” que dé lugar a las “buenas palabras” y que se transformen en “buenas acciones”, pues si lo logramos estoy segura que no solo ellos tendrán un buen año, sino también quienes les rodean.
En nombre de la Mazkirut Olamit de Hanoar Hatzioni en Israel, Javerim y javerot: Shana Tova Umetuka!