Por: Gabo Degen, Mazkal Hanoar Hatzioni
La Historia como toda ciencia social es compleja y vulnerable, pero a la misma vez puede
 ser dinámica y asumir su capacidad de error, corrigiéndose en la medida en que se
 descubren nuevas fuentes. El error histórico de definir el levantamiento del Guetto de
 Varsovia con el nombre y número de una única calle debemos corregirlo. Hubo muchas
 otras calles de sueños y luchadores, cuyas historias deben ser relatadas a las próximas
 generaciones. 
En la calle Leszno 27, la hanaga Rashit de Hanoar Hatzioni con el fin de encontrar trabajo
 a sus miembros, creó una fábrica de cepillos, aprovechando la experiencia en el rubro del
 javer hatnua Rozner )Z»L). La fábrica se convirtió en el principal sustento de los javerim
 de la tnua, a nivel económico y también emocional, transformándose en el lugar de
 encuentro de nuestros javerim donde la nostalgia y los recuerdos revivieron su memoria
 colectiva del ken. Esa memoria colectiva fue el motor en la constante lucha por la
 sobrevivencia como pueblo en la época de la Shoa. La fuerza y el espíritu de los miembros
 de Hanoar Hatzioni, encabezados por Yaakov Preshker, se vio reflejada en los combates en
 la fábrica de la calle Leszno en el marco del levantamiento del Guetto de Varsovia.
 Nuestros javerim pelearon con coraje y valentía, convirtiendo el pensamiento en acción y
 el idealismo en realidad. Con orgullo y con un último grito de Jazak VeEmatz, 150 javerim
 nuestros cayeron en la conocida «Batalla de los cepillos», sin dejar testigo alguno que
 pueda relatar lo sucedido…
Cuando conmemoramos “Iom Hazikaron la Shoa Ula Tkuma” es muy difícil escapar del
 carácter cuantitativo y cualitativo del asesinato selectivo de un tercio de nuestro pueblo.
 El horror de las imágenes en blanco y negro recorren nuestra mente una y otra vez, sin
 poder escapar del automático lema de recordar, no olvidar y jamás perdonar. Pero el
 madrij de Hanoar Hatzioni tiene el derecho y la obligación de también relatar la historia
 de nuestros javerim que en los momentos más oscuros supieron tomar decisiones con el
 compromiso y la responsabilidad que nos caracteriza como movimiento. Ellos fueros
 ejemplares educadores y combatientes que asumieron una muerte anticipada con
 dignidad, valentía, coraje y sublime generosidad. Lucharon por los valores más intrínsecos
 de nuestra cultura, elevando a lo más alto el derecho a la vida y a la libertad, sin nunca
 desviar la mirada a Eretz, Sión y Jerusalem.
Nuestro ejemplo tiene número y dirección: Leszno 27.
 Nuestro compromiso es la memoria.
 Nuestro medio es la educación.
 Nuestro objetivo es la continuidad.
Jazak V’Ematz!
				








