Por: Romi Morales
Dos de los valores centrales con los que relacionamos a la festividad de Pesaj son la libertad y el liderazgo, conceptos que lograron trascender la relevancia del momento y contexto particular en el que surgen, para perpetuarse en el tiempo como dos grandes mandatos que nos invitan a, desde estos lentes, mirar al mundo e intervenir en él.
Si bien ambos valores son sumamente significativos, este año me gustaría sumar otro valor de caras a los desafíos a los que nos enfrentamos dentro de Am y Medinat Israel. Esta vez, me gustaría hablar del concepto de “hermandad”.
“Bereshit”, Hermandad.
Curiosamente, cuando observamos los modelos que aparecen en el libro de Bereshit sobre hermandad, podríamos decir que estos no son del todo exitosos. La historia de la primera pareja de hermanos en nuestras fuentes (Cain y Abel) no tiene un final feliz; tampoco la historia de Itzjak e Ishmael; si bien la de Iaacov y Esav muestra cierta leve mejora, aunque no lo es del todo; y los hijos de Israel, si bien al final terminan reconciliándose, el camino hasta que eso sucede, no es del todo color rosa. En este sentido, podemos decir que, los modelos de hermandad que vemos durante todo el primer libro del Tanaj, están llenos de celos, envidia, pelea, falta de confianza, enojos y mucho dolor. Hasta que, una pareja de hermanos, decide romper con este patrón y no pelear: Efrain y Menashe, los hijos de Iosef. Tan revolucionario resulta esto que, hasta el día de hoy, según la costumbre judía, cuando los padres bendicen a sus hijos varones, lo hacen con el deseo de que estos sean como ellos.
Hermandad, sí. Pero distinta.
Y luego, llegamos al libro de Shmot. En este libro se relata el proceso que atraviesan Bnei Israel de pasar de ser sujetos libres, a ser un grupo de esclavos y su posterior salida a la libertad, ahora ya de caras a convertirse en un pueblo. En este proceso, vemos con claridad la fuerza y centralidad de Moshe, como figura clave del éxito en tan importante misión. Y también vemos con claridad que esta figura no es la única: para que Moshe pueda erigirse como símbolo de liderazgo, son necesarias, por lo menos, las figuras de dos personas más: Miriam y Aaron, sus hermanos.
Lo fascinante de este cuento es que, estos tres hermanos nos demuestran que, lo que pensábamos al final del libro Bereshit que era el ideal a aspirar (“no pelear entre hermanos”), en Shmot, es sólo la base de algo más profundo e importante: la no pelea, el no conflicto no es un fin en sí mismo, sino un mero medio. Y la pregunta entonces es: ¿Un medio para qué?
Dos formas de ver la Hermandad.
Cuando vemos la hermandad parados en el pasado (“venimos de mismos padres/tribu/pueblo, compartimos la misma sangre y por eso debemos intentar no entrar en conflicto”) o en el presente (“el mundo presenta demasiados desafíos “allá afuera”, mejor no sumar desafíos “aquí adentro”) la hermandad es percibida como algo mas bien instrumental: “Nos tocó ser hermanos y nos conviene no pelear si es que queremos sobrevivir.”
Sin embargo, cuando vemos la hermandad parados en el futuro (“nuestra tarea es construir un futuro mejor para los que vienen atrás nuestro”), se crea una sinergia especial que permite el entendimiento de que cada uno es, en el todo, mucho más que la suma de las partes.
El caso de Moshe, Miriam y Aaron es el caso de tres hermanos que entendieron y comprendieron que “no pelear”, puede ser suficiente para sacar de la esclavitud a Bnei Israel, mas no para convertirlos en un pueblo. Para poder crear un futuro próspero, digno y libre se necesita trabajo en equipo, cooperación, diferentes tipos de liderazgos que converjan, se asocian y se unen en armonía para avanzar una causa mucho mas grande, importante y profunda que el bienestar/ego/éxito personal de cada uno.
En este sentido, la ausencia de conflicto entre hermanos es un medio para garantizar la sana continuidad, fortalecimiento y enriquecimiento de las próximas generaciones. Es, a diferencia del modelo anterior, entender que “Nos tocó ser hermanos, y conscientemente decidimos fortalecernos, apoyarnos y ayudarnos mutuamente porque queremos vivir juntos y porque elegimos construir un futuro compartido mejor para todos los que vienen después de nosotros”.
Hermandad hoy.
No es secreto que vivimos en una realidad donde los extremos, en cualquier ámbito al que nos refiramos, tienden a polarizar nuestra visión de mundo. Paradójicamente en un contexto lleno de posibilidades, ideas y colores, las conversaciones tienden a caer en modelos que reducen todo a las opciones “blanco o negro”. Lamentablemente, últimamente, dentro de Am y Medinat Israel, estas lógicas no son ajenas. Tendencias extremistas atentan con separar. Los discursos radicales rompen las redes de confianza entre las personas. Los conflictos, las peleas y la falta de tolerancia amenazan con destruir lo que nuestros antepasados construyeron con tanto esfuerzo.
Hoy más que nunca, creo que es importante recuperar el modelo de Hermandad que trae como ejemplo el cuento de Pesaj. Hoy más que nunca necesitamos, cada uno de nosotros, desde el lugar de influencia que tengamos, crear los puentes necesarios para reconstruir los vínculos de hermandad dentro de Am Israel: Vínculos de hermandad que vean la diferencia no como una amenaza, sino como riqueza que nos permite crecer, aprender, ser mas y mejor. Vínculos de hermandad que permitan abrazar a quien no es como uno, entendiendo que, lo que nos hace diferentes, muchas veces, es lo que nos complementa.
Hoy más que nunca, necesitamos líderes que puedan unir: unir pasado, presente y futuro; unir diáspora e Israel; unir diferentes formas de entender el judaísmo y el sionismo, tanto dentro como fuera de Israel. Y para eso, necesitamos lideres que entiendan y comprendan que cuando el ejemplo personal de ellos refleja que, hacer hoy para invertir en el mañana es realmente importante, esto es suficiente para que surjan los jóvenes pioneros que conquistaran un futuro mejor para el conjunto de Am Israel. Si, ese es el mandato, relevancia y rol de los lideres hoy: educar con el ejemplo a la juventud que será líder mañana.
Y si no me creen, solo basta con ver el ejemplo Ioshua Bin Nun, que, con fuerza y valentía, toma las riendas de nuestro destino y nos permite llevar a todo el pueblo a un nivel mucho más elevado que el que cualquier líder logró con anterioridad. Solo después de que Moshe, Aaron y Miriam sembraron las bases de la hermandad sana y responsable en el pueblo, es que pudimos entrar a Israel y ser un pueblo libre e independiente por primera vez.
En este sentido, creo que invertir en educar con el ejemplo modelos de hermandad en Am y Medinat Israel es fundamental; tan fundamental como lo es invertir en la educación judía, sionista, humanista-liberal y pionera de nuestra juventud. Solo una educación basada en los valores milenarios de nuestro pueblo y del acervo universal es el camino ultimativo para empezar a construir un futuro mejor. En lo personal, he elegido aportar mi granito de arena como educadora de los movimientos juveniles en general y en Hanoar Hatzioni en particular, y con mucho orgullo y admiración les digo: no hay tarea más grata que esta. No hay causa mas noble que sembrar hoy, para que otros cosechen unidos y en paz en el futuro.
En este Pesaj, nos deseo que, además de recordar que fuimos esclavos en Egipto, logremos recordar también “Cuan agradable es cuando una tribu de hermanos habita junta y en armonía” (Tehilim 133).