Por Tanya Kaim Aks

Advertencia de lectura: el artículo contiene descripciones gráficas de violencia.

Durante nuestra Hajshara (Shnat Tzafón 2023-2024) sucedió el ataque del 7/10 por parte de Hamás con misiles a todo Israel y con una entrada por tierra y aire a los kibutzim y aldeas de alrededor de Gaza, así como al Festival Noval que se realizaba en esa zona y del cual participaban miles de jóvenes. Desafortunadamente y como consecuencia del ataque, se desató una guerra que inmediatamente nos cambió la vida y nuestro camino a través de Shnat. El 27 de marzo tuvimos una visita  a lo que fue el Festival Nova, y algunos lugares afectados durante el 7 de octubre. Toda esta experiencia fue una mezcla de sentimientos inexplicables y aprendizajes llenos de resiliencia que comparto en el siguiente artículo.

Llegamos primeramente a Sderot, tuvimos una vista clara de la franja de Gaza, que se encontraba a sólo diez kilómetros de distancia de nosotros. A lo lejos se podían ver columnas de humo, humo que era producto de una guerra que empezó el 7 de octubre. Hoy en día se sigue peleando esa guerra, y lamentablemente se siguen viviendo las consecuencias. Sderot es una ciudad que fue evacuada por la guerra. No logramos ver a más de diez personas en toda la ciudad. A pesar de ser una ciudad linda, Sderot corre mucho peligro, teniendo solo quince segundos para encontrar refugio si es que llega a pasar algo. Por esa razón es que la ciudad está cubierta de refugios en cada esquina, desde las paradas de camión hasta en los parques infantiles.

Después tuvimos una parada a una estación policiaca que fue completamente derribada por la guerra. El 7 de octubre por la mañana, los terroristas comenzaron el ataque contra el establecimiento, se infiltraron dentro de la estación y atacaban desde adentro y  afuera al mismo tiempo. Este ataque duró aproximadamente unas 20 horas, y se llevó con ella las vidas de 35 policías que trataban de defenderla. Finalmente se llegó a la conclusión que la única manera de acabar con la batalle es derrumbando el edificio, al mismo tiempo que los terroristas seguían dentro. Al principio lo intentaron derrumbar con topadoras, causando que la estación se prendiera en fuego, después acabaron de destruirla con proyectiles, derrumbándola finalmente y por completo. Hoy lo que era el edificio está cubierto con banderas y murales significativos, mostrando lo sucedido y conmemorándolo.

Media hora más tarde, nos encontramos en el cementerio de coches en Tkuma. Durante la masacre de Nova, muchos trataron de escapar en autos, sin saber que había terroristas esperándolos en las calles. En Tkuma hay 1600 vehículos incluyendo ambulancias. De todos ellos aproximadamente 300 fueron prendidos en fuego, todavía con personas adentro. Fue un shock ver todos los coches uno encima del otro, ya que puso en escala a la cantidad de víctimas de la masacre. Una cosa que me pareció curiosa, fue el silencio del lugar. Fue un eterno recordatorio de la tragedia, y un dolor que pasaba sigilosamente, acompañado de una cruel realidad que reside en el aire. Se sentía como una promesa de respeto que todos fuimos sometidos a cumplir, junto con una obligación de recordar y seguir adelante.

Para finalizar, llegamos al lugar donde fue el Festival Nova. Actualmente solo es un campo abierto, pero a fondo es un lugar de tragedia y tristeza para toda la sociedad israelí y la diáspora. Es un lugar que nos muestra la importancia del Estado de Israel y el odio que aún existe hacia el pueblo judío. En medio de todo, hay una exposición, una conmemoración de los 364 jóvenes asesinados y de los 40 secuestrados por Hamas. Cada uno de ellos rodeado de flores, velas y banderas de Israel. Algunos con el listón amarillo y otros con elementos significativos para ellos, ya sea una bandera de su país de origen, una bufanda de su equipo favorito, alguna prenda o pedazo de joyería que dejaron atrás, y mensajes con fotos de sus seres queridos. Al momento que llegamos a Nova, hubo un cambio drástico. El silencio del que hablaba previamente, fue roto de manera brusca e inesperada. Sonaban a lo lejos fuertes explosiones, estas venían de la franja de Gaza recordándonos con cada una de ellas que la guerra sigue, y seguirá hasta que regresen a los secuestrados a sus casas. Las explosiones me revolvían el estómago y hacían que parara mi corazón por un segundo. Claro que me daban miedo, nunca en mi vida pensé escucharlas; cómo tiembla el piso cada vez que caían, el silencio que viene después, el saber el daño que llevan cada una de ellas. Sin embargo, también representaban la cruel realidad y lo inesperado que fue el ataque, cada explosión mandaba una escalofrío por mi espalda, y una señal de alerta a mi cabeza. Fue difícil todo el escenario, una mezcla de tristeza, coraje, angustia y espanto que no me esperaba.

Desde el 7 de Octubre, no hemos podido vivir de la misma manera que antes, ya sea de la diáspora, o en Israel. Fue algo que nos tomó desprevenidos y nos mostró los colores verdaderos de la gente que nos rodea, quizás también de las universidades donde queremos estudiar, nos cambió la forma de celebrar nuestras festividades favoritas, o incluso nos afectó en nuesras relaciones con amigos o familiares. Nos mostraron lo que el odio puede llegar a ser en niveles extremos, lo irritante que puede ser la ignorancia, y lo volteadas que pueden ser las redes sociales. Fuimos señalados e instantáneamente acusados.

Hoy tenemos que caminar en nuestro respectivo país sabiendo que dentro de nosotros hay una polémica de doble filo, sabiendo lo que nosotros vivimos, y sabiendo lo que el resto piensa que sucedió. Sin embargo, es hoy el día que tomamos responsabilidades más grandes que nosotros, hoy es el día en que nos convertimos en testigos de nuestro pueblo y de un evento histórico. Somos el futuro de nuestras tnuot y somos la voz de nuestras comunidades. Por eso estoy aquí, para usar mi voz por los que no pueden y para animarlos a que ustedes usen la suya. Es sumamente importante que el mundo sepa que no nos iremos a ninguna parte sin que nuestros hermanos y hermanas regresen sanos y salvos a casa. No rendiremos nuestro sionismo por miedo, y no le daremos la espalda a nuestro judaísmo ni a Israel. Gracias a D-os seguimos aquí, y aquí seguiremos. Que el mundo nos oiga cuando gritamos “WE WILL DANCE AGAIN”.

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