RESTART: SOBRE SIMJAT TORA, VER LAS COSAS DIFERENTES Y VOLVER A EMPEZAR.

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Por: Romi Morales

Durante todo un año, hace miles de años, Am Israel sale a una hermosa travesía a lo largo de la Tora. Sin embargo, nuestra vivencia al leerla siempre es distinta. A veces nuestra travesía es antropológica, otras sociológica, a veces religiosa, otras espiritual, algunas solo histórica, otras principalmente cultural, otras meramente legal o ética o moral. La travesía puede ser al mismo tiempo vista desde un prisma personal o bien familiar, también tribal o incluso nacional. En algunos casos la travesía pasa a ser individual y en otros colectiva. Hay veces en los que aquello que llama nuestra atención son los personajes principales, aquellos que asumen el destino de nuestro pueblo. Otras veces en la travesía logramos ver también a aquellas personas que supieron liderar desde atrás de las bambalinas, y sin los cuales ninguno de los cuentos famosos que conocemos, podrían haber sucedido con éxito. A veces nos focalizamos en las grandes tragedias que surgen a lo largo de nuestra Masa y otras tantas nos centralizamos en los grandes éxitos y victorias que supimos conseguir. Hay veces que atravesamos esta travesía y vemos las cosas como obvias y evidentes. Otras veces nos animamos a ver milagros.

Y aquí es donde surge la pregunta evidente: si el libro es el mismo, el texto es el mismo, el cronograma de lectura es el mismo: ¿cómo puede ser que veamos siempre cosas distintas? ¿Por qué no nos cansamos de leer una y otra y otra vez este mismo libro? Yo creo que la respuesta se puede dividir en por lo menos cuatro vertientes.

La primera vertiente: La mirada personal en el centro.

Básicamente, vemos cosas diferentes, porque nosotros como individuos somos diferentes. Es verdad que el libro es el mismo, pero nosotros ya no lo somos. El tiempo ha pasado y con el hemos adquirido vivencias y experiencias que han modificado nuestra forma de ver el mundo y por ende nada alrededor será igual. Lo que fue y todo lo que aprendimos de ello, es lo que nos sirve de escalón en esta infinita escalera que nos lleva de lo simple a lo complejo, de lo superficial a lo profundo, de lo trivial a lo trascendental.

La segunda vertiente: La mirada humana en el centro.

Vemos cosas diferentes, porque a diferencia de todo lo que vemos en los medios, las redes sociales, el cine y las propagandas, lo que muestra este libro son seres humanos “humanos”. No vemos perfección, no vemos personajes ideales, personajes que no se equivocan, que todo lo hacen bien desde un principio y los que viven en el éxito, felicidad y fama constante por siempre jamás. Por el contrario: vemos personas comunes y corrientes, que se enfrentan a grandes pruebas y desafíos y que pasan a la historia como nuestros grandes líderes porque a diferencia de lo que hubiese hecho cualquier otro sujeto en su lugar, ellos se animaron a pensar y hacer diferente. Leemos este libro una y otra vez, porque hay veces que nos identificamos con las historias de unos y otras veces con las historias de otros. Porque a veces los criticamos, a veces los entendemos, a veces los juzgamos y a veces simplemente aprendemos. Leemos la Tora y dialogamos con los personajes y los usamos como espejos para de alguna manera u otra dialogar con nosotros mismos y hacernos las preguntas difíciles: ¿qué haría yo en su lugar?

Y hay tantos personajes esperándonos para hacernos esta pregunta, como aprendizajes esperándonos en cada cuento.

La tercera vertiente: El Pueblo en el centro.

Independientemente del origen esencial que cada uno le atribuya a la Tora (divino o humano), lo cierto es que en este libro se encuentran recopilados los “cuentos fundacionales” que sirven de base y fundamento a la identidad nacional judía y sionista de nuestro Pueblo. Aquí se relata cómo y dónde nacimos, cuáles fueron nuestros primeros pasos, hacia dónde nos dirigimos y cuál es nuestro rol en el mundo. En otras palabras: en la Tora encontramos nuestras raíces como pueblo, nuestra visión y nuestra misión.

Creo que no hay regalo más hermoso de las generaciones pasadas a la nuestra. El hecho de que la Tora haya pasado de generación en generación durante miles de años y que ese pasaje haya quedado registrado, es en algún punto lo que nos permite entender que somos parte de algo mucho más grande que nuestra particularidad individual personal. Somos parte de una historia milenaria sumamente rica y aun relevante. Pero por sobre todas las cosas, somos los responsables de pasar la posta a los que vienen tras nuestro para que esta hermosa cadena no se corte.

La cuarta vertiente: La educación en el centro.

Tenemos el privilegio de tener un rol fundamental, único y especial en el importantísimo proceso de consolidación identitaria en niños y jóvenes judíos a lo largo y ancho del mundo. Como educadores de Tnuot Noar, a través de la educación no formal, brindamos a nuestros javerim y javerot las oportunidades necesarias para conectarse con sus raíces y construir una identidad judía fuerte y orgullosa. Por ese motivo, dar a conocer nuestras fuentes, aproximarnos a ellas con más curiosidad y con menos miedo resulta sumamente necesario. Y para eso, es imprescindible romper con algunas barreras primero: En contraposición a lo que muchas veces nos han dado a entender: a) La Tora también es de los niños y jóvenes (y no solo de los adultos). b) La Tora es de todo Am Israel (Y no solo de una corriente o elite dentro del mismo). c) La Tora es, ante todo praxis (Las enseñanzas éticas y morales y los valores que de allí se desprenden son dignos de ser conocidos, cuestionados, educados, aprendidos y transmitidos para luego aplicarlos en el mundo y no que solo queden relegados al plano de las ideas). d) Las Tnuot Noar, son la plataforma ultimativa e ideal para generar el vínculo histórico, cultural y moral que da sentido y significado profundo entre las generaciones pasadas, las presentes y las futuras y para traducir esos valores en acción relevante y pionera en el proceso de asegurar la continuidad de nuestro pueblo al mismo tiempo que reparamos el mundo.

A modo de conclusión

Imaginemos que hemos decidido salir a una nueva travesía, que hemos dado ese primer paso hacia la zona de aprendizaje; zona donde podemos extender nuestros límites y crecer. Digamos que luego de un tiempo, hemos llegado nuevamente al punto de salida, pues hemos caminado en círculo. ¿Creen ustedes que volverían a emprender la travesía nuevamente?

Supongo que la respuesta dependerá en gran medida del tipo de vivencia que hemos tenido en un primer lugar. Es decir, si la travesía fue placentera, si el paisaje fue agradable, si la compañía fue amena, si sentimos que hemos aprendido cosas nuevas o conocido personas fascinantes en el camino, muy probablemente queramos revivir todo eso una vez más. Por el contrario, si la experiencia no fue feliz, probablemente no queramos volver a ese lugar nunca más.

Este Simjat Tora tenemos la oportunidad de empezar la lectura del Best Seller más leído en la historia de la humanidad: la Tora. Tenemos la oportunidad de liderar ese proceso e inspirar a nuestros javerim y javerot a hacerlo junto a nosotros. Tenemos todas las herramientas necesarias para hacer de ésta una hermosa travesía a la que ellos quieran volver en el futuro. ¡Aprovechemos esta oportunidad, no la desperdiciemos!

Y aprovechemos también a mirar a nuestro alrededor y observar cuáles son aquellas cosas que nos sostienen, que perduran en el tiempo, que son trascendentales y nos permiten la estabilidad necesaria para poder crecer y desarrollarnos como seres humanos íntegros. Animémonos a tomar esas variables fijas e independientes que dan fundamento a nuestra identidad judía y sionista y resignifiquémosla (Sean nuestras fuentes, nuestros jaguim, nuestra Tnua, nuestras prácticas cotidianas, etc.). Tomémoslas, conozcámoslas, estudiémoslas, enseñémoslas y atrevámonos a dar nuevas respuestas, más significativas y relevantes a problemas, dilemas o preguntas que nos interpelan hoy.

Simjat Tora, llegó en el momento justo. ¡Es tiempo de “RESTART”! ¡Tiempo de ver las cosas diferentes y tiempo de volver a empezar!

Jag sameaj!

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