¿Cuál es el significado de Simjat Tora (y de la vida)?

Por: Ari Wonsover y Gabriel Shnaider

“El hombre no debe preguntar cuál es el sentido de su vida, sino reconocer que es él a quien le preguntan. En una palabra, cada hombre es cuestionado por la vida; y él solo puede responderle a la vida respondiendo por su propia vida; a la vida sólo le puede responder siendo responsable.”

Viktor Frankl, El hombre en búsqueda de sentido

Simjat Tora es un jag que viene inmediatamente después de los 7 días de Sucot para marcar la finalización de un largo periodo festivo que venimos celebrando desde Rosh Hashana. De allí mismo su nombre en la Torá de Shmini Atzeret. Esta festividad tiene la peculiaridad de no tener nada peculiar, es un jag para marcar el fin de un largo periodo festivo, y eso es motivo para festejar. Por lo mismo en este día se termina la lectura de la Torá y empezamos nuevamente desde Bereshit.

En esta época existe la costumbre de leer la Meguilat Kohelet. Algunos acostumbran a leerla durante la semana de Sucot y otros al finalizar Simjat Tora. ¿Qué relación tiene Kohelet con Simjat Tora? ¿Por qué Kohelet para la despedida de los jaguim? ¿Qué intención tiene? ¿Cuál es el mensaje que nos viene a dar?

Kohelet es una de las 5 meguilot que encontramos en el Tanaj, se le atribuye su autoría a Shlomo HaMelej. Shlomo, habiendo conseguido muchos logros, triunfos y éxitos en muchos ámbitos, reflexiona y cuestiona cual es el verdadero propósito de la vida. Empieza el libro mostrándonos su frustración:

«הֲבֵ֤ל הֲבָלִים֙ אָמַ֣ר קֹהֶ֔לֶת הֲבֵ֥ל הֲבָלִ֖ים הַכֹּ֥ל הָֽבֶל׃ (…) רָאִ֙יתִי֙ אֶת־כָּל־הַֽמַּעֲשִׂ֔ים שֶֽׁנַּעֲשׂ֖וּ תַּ֣חַת הַשָּׁ֑מֶשׁ וְהִנֵּ֥ה הַכֹּ֛ל הֶ֖בֶל וּרְע֥וּת רֽוּחַ׃»

“Vanidad de vanidades dijo Kohelet, vanidad de vanidades todo es vanidad. (…) Vi todas las obras hechas debajo del sol y he aquí que todo es vanidad y correr tras el viento.”

(Kohelet 1:2; 14)

La palabra “הָֽבֶל” (Hevel) se puede interpretar de muchas maneras. Se refiere a las cosas que carecen de un significado realmente valioso, aunque aparenten ser importantes. También se refiere a estas cosas como “correr tras el viento”; utilizar tu energía, tus recursos y tu tiempo en intentar alcanzar algo inalcanzable, o algo que cuando creas que lo consigues te das cuenta que no es valioso.

En la Meguila encontramos varios casos en los que Shlomo intentó encontrar que cosas van a “llenar su corazón” de manera íntegra. En su intento se da cuenta de todo aquello que no cumple este objetivo, como las riquezas y los bienes materiales, el conocimiento, el placer, el poder, el reconocimiento, etc. Es importante aclarar que no dice que necesitamos renunciar a estas cosas; simplemente que perseguirlas con el único propósito de conseguirlas es Hevel, por tanto, un meta sin fin que no nos va a saciar nunca. En otras palabras, el sentido de la vida no se encuentra en ellas.

En los últimos meses creemos que todos nos hemos visto en la situación de plantearnos estas mismas preguntas ¿Qué cosas son realmente valiosas en nuestras vidas? ¿Cuáles valen realmente la pena? ¿Por qué cosas estamos agradecidos? ¿Cómo decides qué cosas son realmente importantes? Y ¿Quién las decide? Vivimos en un mundo que desde niños nos conduce por el camino del consumismo, nos inculca estereotipos y roles sociales, nos enseña a idolatrar falsos dioses (como la plata, la fama, el poder), que se desarrolla en un sistema que le conviene que seamos ignorantes, que no lo cuestionemos y solo sigamos por inercia sin tener un norte claro, con un norte falso o un norte impuesto por alguien más.

Entonces viene Kohelet y nos cuestiona cual es el verdadero propósito de la vida. Nos invita a darnos cuenta de lo que realmente es importante y valioso, a reflexionar sobre qué cosas debemos de estar agradecidos y a replantearnos cuál es el destino al cual apuntamos. Plantea que todo es temporal, no podemos estar totalmente seguros que lo tenemos hoy lo vamos a tener mañana. Entonces nos incita a vivir y disfrutar lo que tenemos hoy, a ser conscientes y agradecidos por los pequeños detalles de la vida: una buena comida, una conversación con un amigo, dormir bien una noche, etc. Son estos momentos “rutinarios” los que debemos saber aprovechar, dotarlos de valor y gozarlos. Aprovechar las oportunidades y los momentos de hoy, vivir el aquí y ahora y disfrutarlo.

Podríamos pensar que hemos llegado a la conclusión del dilema, pero Shlomo plantea otras preguntas. ¿Por qué le damos tanta importancia a la felicidad? ¿Qué nos hace realmente felices y por qué? ¿Qué más queremos aparte de la felicidad? Sobre esto comenta:

“ט֥וֹב שֵׁ֖ם מִשֶּׁ֣מֶן ט֑וֹב וְי֣וֹם הַמָּ֔וֶת מִיּ֖וֹם הִוָּלְדֽוֹ׃ ט֞וֹב לָלֶ֣כֶת אֶל־בֵּֽית־אֵ֗בֶל מִלֶּ֙כֶת֙ אֶל־בֵּ֣ית מִשְׁתֶּ֔ה׃”

“Mejor es un buen nombre que el buen aceite; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete.”

(Kohelet 7:1-2)

Cuando una persona se muere, tiene detrás suyo una vida llena de decisiones, acciones, superaciones, crecimiento y la libertad que ejerció. En cambio, nuestro nacimiento fue un acto completamente pasivo: no decidimos nacer por nosotros mismos y aún no habíamos ejercido ninguna libertad. No obstante, sigue siendo cierto que estuvo lleno de felicidad y nos dio un potencial infinito para vivir y disfrutar del mundo.

Que algo sea feliz no significa necesariamente que sea significativo o que nos conduzca por el camino de la autorrealización. El placer y la felicidad también pueden ser “Hevel” si no están acompañadas de un objetivo con valor. Por eso es importante que no persigamos la felicidad solo para estar felices; sino, que sepamos el adecuado momento para la felicidad. Así también, el adecuado momento para cada emoción, el adecuado momento para hacer cada acción, el adecuado momento para pensar cada pensamiento, el adecuado momento para sentir cada sentimiento, el adecuado momento para darle significado y valor a la variedad de experiencias en las que nos vamos a encontrar:

«לַכֹּ֖ל זְמָ֑ן וְעֵ֥ת לְכָל־חֵ֖פֶץ תַּ֥חַת הַשָּׁמָֽיִם׃

עֵ֥ת לָלֶ֖דֶת וְעֵ֣ת לָמ֑וּת עֵ֣ת לָטַ֔עַת וְעֵ֖ת לַעֲק֥וֹר נָטֽוּעַ׃

עֵ֤ת לַהֲרוֹג֙ וְעֵ֣ת לִרְפּ֔וֹא עֵ֥ת לִפְר֖וֹץ וְעֵ֥ת לִבְנֽוֹת׃

עֵ֤ת לִבְכּוֹת֙ וְעֵ֣ת לִשְׂח֔וֹק עֵ֥ת סְפ֖וֹד ועֵ֥ת רְקֽוֹד׃

עֵ֚ת לְהַשְׁלִ֣יךְ אֲבָנִ֔ים וְעֵ֖ת כְּנ֣וֹס אֲבָנִ֑ים עֵ֣ת לַחֲב֔וֹק וְעֵ֖ת לִרְחֹ֥ק מֵחַבֵּֽק׃

עֵ֤ת לְבַקֵּשׁ֙ וְעֵ֣ת לְאַבֵּ֔ד עֵ֥ת לִשְׁמ֖וֹר וְעֵ֥ת לְהַשְׁלִֽיךְ׃

עֵ֤ת לִקְר֙וֹעַ֙ וְעֵ֣ת לִתְפּ֔וֹר עֵ֥ת לַחֲשׁ֖וֹת וְעֵ֥ת לְדַבֵּֽר׃

עֵ֤ת לֶֽאֱהֹב֙ וְעֵ֣ת לִשְׂנֹ֔א עֵ֥ת מִלְחָמָ֖ה וְעֵ֥ת שָׁלֽוֹם׃»

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.”

(Kohelet 3: 1-8)

No es coincidencia que esta Meguila se lea precisamente al finalizar Simjat Tora, un jag que “simplemente pasa”, celebramos algo que es parte de la rutina natural y automática. El ciclo agrícola se renueva todos los años sin que hagamos nada para ello; después de un mes de festividades que obviamente no son enteras y en algún momento se marca un fin; después de terminar de leer toda la Tora, llegamos al punto donde termina, y la volvemos a empezar. Todas estas cosas que celebramos en Simjat Tora son parte de ciclos visibles, no hay ningún misterio o milagro detrás de ellas. 

Este es justamente el detalle que hace de este jag algo tan especial, nos da la oportunidad de valorar y celebrar aquellas cosas que son parte de nuestras vidas y no las elegimos. ¿Qué hacemos con las cosas que no podemos controlar? ¿Cómo las enfrentamos? ¿Qué significado les damos? Es importante que aprendamos a reconocer y disfrutar los detalles que colorean la vida. A diferencia de otros jaguim donde celebramos un acontecimiento histórico específico o un acto divino especial, Simjat Tora no está asociada a nada de esa índole.

Esto nos invita a reflexionar sobre algo muy profundo. En Simjat Tora celebramos que nos acercamos al invierno, terminamos la Tora y culminaron los jaguim; cosas que usualmente no se celebran y que tampoco elegimos que pasen. En vez de ser pasivos frente a la vida, ejercemos nuestra libertad decidiendo celebrarla y otorgándole significado. Si sabemos realmente valorar y celebrar aún un momento como este, es porque hemos aprendido a ser libres y a decidir vivir por nosotros mismos.

A veces, el mundo nos muestra que no podemos controlar todo lo que tenemos en frente, que las cosas que valorábamos no eran tan importantes como creíamos y que cosas que creíamos insignificantes y obvias tienen realmente un gran valor. ¿Cómo hacemos entonces para darles el valor que merecen? Si ni siquiera Shlomo Hamelej, la persona con el corazón más sabio que ha habido el mundo, pudo encontrar una respuesta objetiva, ¿cómo sabemos que realmente existe un sentido para la vida? Al igual que Shlomo simplemente vivimos, siempre cuestionándonos a nosotros mismos y con la confianza de encontrar el camino correcto. Caminando nuestro camino, le damos significado al mundo.

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